¿Por qué es importante saber quiénes son las víctimas de corrupción?

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Foto Archivo

Uno de los escándalos comerciales más complejos e instructivos de la década de 1980 se refería al fraude en la venta de tuberías especiales que se utilizaron en la construcción de plantas de combustibles nucleares y fósiles. También es un ejemplo perfecto de por qué las “víctimas distantes” son un elemento crucial en los programas de cumplimiento. Así lo reseña Jeffrey Kaplan para el Blog FCPA.

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Los fabricantes vendieron este tubo de alto rendimiento a los distribuidores, que revendieron a los fabricantes a un precio inflado -parte del cual fue devuelto al distribuidor-, quien lo vendió a empresas de ingeniería arquitectónica a un costo adicional, que a su vez lo vendió al usuario final (normalmente servicios públicos de energía). Las identidades de las víctimas finales, que estaban mucho más abajo, generalmente no eran conocidas por los malhechores, que estaban ‘río arriba’. De hecho, algunos de estos últimos bromearon diciendo que dadas todas las capas de comercio involucradas, cualquiera podría ser una víctima, incluidos ellos mismos, lo que sentían que significaba que nadie lo era.

La lógica de esta defensa era obviamente engañosa. Pero pudo haber sido efectivo, tomando en cuenta que esta práctica duró aproximadamente 40 años, a pesar de que era ampliamente conocida en la industria. La noción de que el crimen fue esencialmente ‘sin víctimas’ pudo haber sido suficiente para hacer que los involucrados -que de otro modo no habrían estado involucrados en los negocios generales del crimen-, se sintieran cómodos con su participación.

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La noción de “víctima distante” (también conocida como “víctima anónima”) ha existido durante bastante tiempo. Gran parte de la investigación sobre las víctimas distantes se refiere a contribuciones caritativas. Como era de esperar, se descubrió que las solicitudes de donaciones eran más efectivas cuando se presentaban individuos con necesidades reales, en lugar de depender más generalmente de estadísticas y otras formas de información menos personales.

El ‘anonimato de las víctimas’ es relevante no solo para promover la actividad pro-social, como las contribuciones caritativas, sino también para prevenir el comportamiento antisocial. Quizás el reconocimiento más temprano de esto proviene, de manera bastante sorprendente, de que Ben Franklin describe los riesgos de un déficit ético en el que la víctima es anónima: “No hay ningún tipo de deshonestidad en la que las personas buenas caigan más fácilmente y con mayor frecuencia que la de defraudar al gobierno.”

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Comprender por qué las “personas buenas” hacen cosas malas es de lo que se trata la ética del comportamiento.

Además del área de contratación del gobierno que Franklin identificó, muchos otros tipos de delitos involucran a víctimas distantes. Uno es el uso de información privilegiada. Otro es el impuesto. Y otro más es la corrupción.

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