El Papa confía las cuentas vaticanas al extremeño Juan Antonio Guerrero

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Juan Antonio Guerrero. Foto Cortesía

El jesuita extremeño Juan Antonio Guerrero es el nuevo prefecto de la Secretaría para la Economía, uno de los cargos de mayor peso dentro de la Curia romana por ser el responsable de las finanzas de la Santa Sede. Nacido en Mérida hace 60 años y encargado desde 2017 de las obras e instituciones que la Compañía de Jesús tiene en Roma, fue nombrado por el Papa Francisco, aunque no comenzará en su nuevo cargo hasta el próximo mes de enero. Así lo reseña el diario Hoy.

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Sucede al cardenal australiano George Pell, apartado de esta significativa responsabilidad desde que volvió a su país en julio de 2017 para afrontar un juicio en el que estaba acusado de abusos sexuales a menores. El purpurado resultó condenado a seis años de prisión y, desde el pasado mes de febrero, se encuentra recluido en una cárcel de Melbourne cumpliendo su pena.

En una decisión que marca una fuerte discontinuidad con Pell, al que se criticó mucho en Roma por su despotismo, el superior general de la Compañía de Jesús, Arturo Sosa, habría pedido al Papa que no ordene a Guerrero arzobispo, una distinción que podría esperarse al tratarse de un prefecto de un ‘ministerio’ vaticano. El jesuita extremeño está «muy contento» con esta solicitud, según fuentes de esta congregación religiosa, porque refleja su concepción de que el cargo debe ejercerse para servir a los demás y no como una forma de poder.

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Guerrero llega a uno de los puestos más influyentes dentro de la Iglesia católica con un amplio y solvente bagaje a sus espaldas. Licenciado en Economía, Teología y Filosofía y Letras en diversas universidades estatales y eclesiásticas de España y América Latina y con estudios de doctorado en Filosofía política en el Boston College de Estados Unidos, fue entre 2008 y 2014 el máximo responsable de la Compañía de Jesús en España. Estuvo por tanto al frente de una institución que cuenta en nuestro país con 600 religiosos, 18 escuelas y tres universidades, entre otros organismos.

Su gran preocupación por los más desfavorecidos, que plasmó en el libro ‘Vidas que sobran. Los excluidos de un mundo en quiebra’ (Sal Terrae), escrito junto a Daniel Izuzquiza, le llevó a pedir a sus superiores que le enviaran a algún país de misión cuando concluyó sus responsabilidades en España. Se trasladó por tanto a Mozambique, donde ejerció de ecónomo y coordinador de proyectos y captación de fondos entre 2015 y 2017.

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No se quedó más tiempo en el país africano porque Sosa, elegido para liderar la Compañía de Jesús en octubre de 2016, le reclamó para que se hiciera cargo de las casas y obras interprovinciales de esta congregación en Roma. Además de unos 360 religiosos de más de 60 países diferentes, han estado bajo su responsabilidad estos dos últimos años instituciones tan importantes para los jesuitas como la Pontificia Universidad Gregoriana o la prestigiosa revista ‘La Civiltà Cattolica’.

Guerrero es el único sacerdote de una conocida familia de Mérida formada por cuatro hermanos (tres varones y una mujer) y los dos padres, ya nonagenarios. Junto a sus amigos y compañeros jesuitas, ellos serán probablemente su principal sostén emocional a la hora de desarrollar la compleja tarea que el Papa ha puesto en sus manos: imponer la transparencia y el equilibrio en las finanzas vaticanas para que dejen así de ser una continua fuente de escándalos y dolores de cabeza para la Iglesia católica.

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