La empresa londinense Builder.ai, una de las startups tecnológicas más prometedoras del auge de la inteligencia artificial (IA), se ha declarado en bancarrota tras descubrirse que su supuesto sistema automatizado era, en realidad, una operación humana disfrazada. Avalada por gigantes como Microsoft y el fondo soberano de Catar, la compañía llegó a estar valorada en 1.500 millones de dólares antes de que se revelara el escándalo. El economista.
Builder.ai había ganado notoriedad en el sector por “Natasha”, una asistente virtual que, según aseguraban sus desarrolladores, permitía crear aplicaciones sin intervención humana, de forma tan fácil como pedir una pizza. Esta promesa atrajo a inversores de peso y a clientes convencidos de estar frente a una revolución tecnológica basada en IA.
Sin embargo, la ilusión tecnológica se vino abajo cuando uno de los prestamistas de la empresa, Viola Credit —que había otorgado 50 millones de dólares en financiamiento en 2023— recuperó 37 millones ante el incumplimiento de pagos. Esta maniobra financiera expuso el verdadero funcionamiento interno de Builder.ai: no existía ninguna inteligencia artificial. En su lugar, un equipo de 700 ingenieros en India realizaba manualmente el trabajo que supuestamente ejecutaba el sistema automatizado.
“Las aplicaciones escritas por la IA fallaban constantemente, el código era ilegible, las funciones no funcionaban… en general, todo era como una verdadera inteligencia artificial”, ironizó Bernhard Engelbrecht, fundador de Ebern Finance.
A raíz del colapso, la empresa ha entrado en un procedimiento formal de insolvencia en el Reino Unido, con el despido de más de mil empleados y la designación de un administrador judicial para evaluar cómo recuperar activos o salvar partes del negocio. Además, 13 millones de dólares que la compañía mantenía en India permanecen congelados por restricciones regulatorias, según reportó Bloomberg.
Este caso se convierte en una advertencia más sobre los peligros del “hype” tecnológico y la necesidad de una mayor supervisión en un mercado donde muchas promesas de inteligencia artificial siguen siendo, en el mejor de los casos, aspiraciones sin sustento.