La gobernanza criminal de los grupos armados en la frontera entre Colombia y Venezuela

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La guerrilla colombiana ELN presente en Venezuela. Foto Archivo

La pandemia provocada por el coronavirus abrió una ventana de oportunidad única para que los grupos criminales en Colombia aumenten su poder, aprovechando el cambio de condiciones, las prioridades estatales y las distracciones del gobierno. Así lo reseña un reportaje de Insight Crime.

Grupos armados ilegales imponen el terror en Colombia durante la pandemia

Tras cinco meses en cuarentena, los actores criminales colombianos han movido el tablero criminal del país, para volver a una “normalidad” con nuevas condiciones.

Como en el resto de la región, muchos grupos en Colombia impusieron sus propias medidas de aislamiento, dejando de lado las ya decretadas por el gobierno. Desde panfletos imponiendo toques de queda y “cuarentenas”, retenes ilegales y hasta homicidios, los grupos criminales han aprovechado la pandemia para fortalecer su control.

Human Rights Watch registró medidas impuestas por los grupos criminales en al menos 11 departamentos del país, hecho que les ha permitido posicionarse en las zonas rurales.

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Sin embargo, estas medidas no significan solo que los grupos estén sustituyendo a las autoridades sanitarias. Los hechos en regiones como Nariño, Cauca y Norte de Santander apuntan a disputas desencadenadas por la reorganización de estos actores criminales en el país, donde la gobernanza criminal avanzó a la par que el virus durante los últimos meses.

Por su parte, en el sur de Bolívar, donde el ELN ha sido el principal actor desde la salida de las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), las amenazas han aparecido en los municipios de Simití, Cantagallo, San Pablo y Santa Rosa del Sur, ubicados a orillas del Río Magdalena. El control sobre estas poblaciones resulta crucial para las operaciones criminales del ELN. El área tiene una gran cantidad de cultivos de coca y es la entrada a la serranía de San Lucas, donde la minería ilegal es la economía de los grupos criminales, además de ofrecer rutas para el transporte de drogas desde Panamá hasta Venezuela.

Frontera con Venezuela

La región de Catatumbo en Norte de Santander ha sido muy disputada en los últimos años. El ELN y el Ejército de Liberación Popular (EPL) se han visto particularmente envueltos en una sangrienta lucha, en la que el EPL ha cedido la mayor parte del terreno.

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Allí es el ELN el que ha impuesto sus propias medidas en medio de la pandemia. Le han sacado provecho al confinamiento incrementando sus actividades criminales, la violencia y las amenazas contra líderes sociales. Además, han aumentado el reclutamiento forzado de menores por medio de la realización de “censos de los niños de las familias campesinas” para luego llevárselos a la fuerza. De la misma forma, por medio de redes sociales engañan a los menores para que entren a sus filas.

El ELN también utilizó la cuarentena para retornar a su disputa con Los Rastrojos, una banda criminal que controla parte del tráfico de migrantes y el contrabando en la frontera de Norte de Santander con Venezuela.

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