En la prisión malagueña de Alhaurín de la Torre (España), hay un hombre que sabe todos los secretos que envuelven el entramado corrupto de Odebrecht en México. Se trata de Emilio Lozoya, director entre 2012 y 2016 de la petrolera estatal mexicana Pemex, uno de los hombres fuertes del Gobierno del expresidente Enrique Peña Nieto y que era un desconocido en España hasta su arresto el pasado 12 de febrero en Málaga. Lozoya es el principal sospechoso por el escándalo de corrupción que involucra a la constructora brasileña en México. Así lo informó ABC.
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Y es que hay dos países latinoamericanos en los que no hay ningún condenado por el caso Odebrecht: México y Venezuela. En Brasil, Panamá, Ecuador y Perú hay empresarios de alto nivel y políticos importantes que han sido sancionados por este escándalo. Pero en México la llave para que empiecen a deslindarse responsabilidades la tiene Lozoya, acusado por la Fiscalía de recibir sobornos de Odebrecht y de participar en la compraventa irregular de una planta de fertilizantes.
Lozoya destacó por ser el director de Pemex cuando el Gobierno aprobó en 2013 la reforma energética, legislación que permitió de nuevo la inversión extranjera en el sector petróleo en México. Este sector había sido exclusivo de Pemex desde los años 30, pero el Ejecutivo de Peña Nieto dio luz verde a esta reforma en un intento de impulsar la decadente producción de petróleo en México. De producir 3 millones de barriles diarios en 2004, en 2019 sacó 1,67 millones.
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Lozoya no es un tipo históricamente ligado a la industria del petróleo, al contrario es un economista que estudió en Harvard y que fue nombrado «joven líder global» por el Foro Económico Mundial. Su salto dentro del Estado mexicano lo dio en 2012 al unirse a la campaña de Peña Nieto para la presidencia de México. Tras vencer en las elecciones, Peña le nombró como director de la petrolera estatal, un cargo de gran relevancia porque la empresa es una de las principales fuentes de ingresos para México.
Fue ahí cuando comenzaron los problemas para Lozoya, ya que supuestamente habría recibido 10.5 millones de dólares entre 2012 y 2016 para que Odebrecht obtuviera contratos con Peña Nieto, según declaraciones juradas de tres exejecutivos de la firma brasileña.
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El Departamento de Justicia de Estados Unidos estima que la constructora desembolsó 788 millones de dólares en sobornos a cambio de obtener un centenar de proyectos de obra pública en varios países latinoamericanos. El otro caso en el que está involucrado es la irregular compra que hizo Pemex de una planta de fertilizantes que pertenecía a la acerera Ahmsa. Según una auditoría realizada por el Gobierno mexicano, estas compañías deliberadamente incrementaron el precio de la venta en un 57%.
