El expediente que hundió a los herederos de Pablo Escobar

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CCD María Victoria Henao volvió a cometer el mismo error de hace 25 años: meterse con un gran capo de las drogas y usar un teléfono convencional para contactarlo.

En 1993, ella y su hijo Juan Pablo Escobar fueron interceptados por la Policía de Colombia hablando con el capo Pablo Escobar, lo que permitió su ubicación y muerte.

Y ahora, son las autoridades argentinas las que tienen decenas de horas de llamadas grabadas y documentos que vinculan a los herederos del extinto capo con una gran operación de lavado de activos del narcotráfico que les puede costar hasta 10 años de prisión.

Según la imputación de cargos –a la que EL TIEMPO tuvo acceso– María Victoria, ahora bajo el nombre de María Isabel Santos, y Juan Pablo, conocido como Juan Sebastián Marroquín, le abrieron las puertas del sistema financiero argentino al capo José Bayron Piedrahíta, alias Simón o Montañero.

“Bayron era un antiguo enemigo de Escobar. Pablo le mató al hermano, que también era traqueto, y Bayron se fue para Cali. Cuando mataron a Pablo fue uno de los que accedió a perdonarles la vida a la viuda y a los hijos a cambio de todos los bienes”, le dijo a EL TIEMPO un exmiembro del cartel de Medellín.

Aunque inicialmente se creía que los Escobar habían sido presionados a ayudar a Piedrahíta, hay evidencia de que ellos le cobraron al capo por relacionarlo con el abogado y empresario inmobiliario Mateo Corvo Dolcet, el artífice de la operación de lavado.

Para dejarlos al descubierto, las autoridades argentinas intervinieron 9 líneas telefónicas y rastrearon cuentas en 3 bancos. Además escarbaron en las contabilidades de 5 empresas porteñas. Allí quedó el rastro de cómo los Escobar y el exjugador del Boca Juniors Mauricio ‘Chicho’ Serna ayudaron a Piedrahíta a blanquear su fortuna.

Por eso, este jueves un tribunal argentino los dejó ‘ad portas’ de una condena hasta de 10 años. “Se les imputa a los nombrados encartados, haber efectuado un aporte, de carácter esencial, para el cumplimiento de los objetivos de una asociación criminal estable de corte internacional, dedicada a poner en circulación en el sistema financiero argentino bienes provenientes de maniobras de tráfico de estupefacientes desplegadas por fuera de los límites del territorio”, dice la imputación.

A ellos se les une Corvo Dolcet, quien desarrolló en Buenos Aires un lujoso proyecto inmobiliario en el Pilar, que puso al servicio del capo Piedrahíta. El megaproyecto incluía comercios, una sede universitaria, un hotel cinco estrellas, parqueaderos y hasta varias zonas residenciales. Y, por supuesto, millonarias inversiones.

— El origen —

Según el expediente, los Escobar cayeron en la tentación a finales del 2007. En esa época la capital argentina sirvió de escenario de una exposición ganadera a la que Piedrahíta asistió. Estando allí, y gracias a contactos previos en Colombia de familiares y conocidos mutuos, el narco se comunicó con la viuda de Escobar y le expresó su interés de invertir en esa ciudad.

Algunos meses después, mientras los contactos continuaban a través de diferentes canales, el hijo mayor del extinto capo logró concretar una nueva visita de Piedrahíta a Buenos Aires. Así las cosas, a principios del 2008 y por intermedio de los herederos de Escobar, Piedrahíta se reunió con Corvo Dolcet en un hotel del exclusivo sector de Puerto Madero.

El empresario argentino convenció al ahora capo colombiano de invertir en su proyecto del Pilar, actualmente frenado y con varias personas reclamando los dineros desembolsados.

Por hacer el contacto, los herederos de Escobar acordaron recibir una comisión del 4,5 por ciento de la inyección de capital. Las autoridades tienen el documento en el que se pactó el acuerdo.

Desde ese 2008, y por algunos años más, los contactos y negocios continuaron. De hecho, a través de otras firmas, otra parte del dinero presuntamente proveniente del narcotráfico que manejaba Piedrahíta llegó a Buenos Aires para ser inyectado en la remodelación del tradicional café Los Angelitos y en la puesta en marcha de proyectos relacionados con espectáculos en la ciudad porteña.

De acuerdo con la justicia argentina, se alcanzaron a mover casi 3 millones de dólares y unos 1,5 millones de pesos argentinos, gracias a la intervención de los herederos de Escobar –hoy libres– y del empresario argentino, con medida de casa por cárcel.

La viuda y el hijo mayor de Escobar llegaron a Argentina en 1994, donde recibieron sus nuevas identidades. No obstante, en 1999 fueron detenidos por otra operación de lavado de la que se libraron año y medio después.

En cuanto al ‘Chicho’ Serna, el expediente señala que participó en el entramado al venderle un inmueble y un lote a Piedrahíta por un valor inferior al estipulado comercialmente. El negocio se hizo en noviembre del 2008 por 550.000 dólares, pero dos semanas después el capo colombiano acordó venderlo por 1,1 millones de dólares.

“Se está en presencia de una operación simulada, dado que resulta poco creíble que el valor de mercado de la propiedad pudiera haberse duplicado con el correr de 15 días”, consideran las autoridades argentinas.

— De capo a informante —

El 1.° de septiembre del 2016, tras analizar todos estos negocios y con la colaboración de las autoridades de Colombia, la DEA le envió un escrito a la Procuraduría de Argentina informándole que el dinero manejado por Piedrahíta, los herederos de Escobar, el ‘Chicho’ y el empresario Corvo Dolcet era producto del narcotráfico.

Esto contradice la versión de los abogados de Piedrahíta, que señalan que es dinero limpio e incluye préstamos bancarios.

Todos estos detalles quedaron consignados en el auto proferido el pasado 4 de junio por el Juzgado Federal de lo Criminal y la Correccional n.° 3 de Morón, en cabeza del juez Néstor Pablo Barral. En él se ordenó acusarlos formalmente de lavado de activos y embargarles sus propiedades y cuentas en Buenos Aires hasta completar la suma de 30 millones de pesos argentinos, unos 3.500 millones de pesos colombianos.

Este delito, de acuerdo con la normatividad argentina, se castiga con una pena de cárcel que oscila de 2 a 10 años.

Mientras tanto, Piedrahíta intenta tramitar un arreglo con la justicia de EE. UU. y pagar una pena mínima por sobornar al agente del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) Christopher Ciccione, a quien le pagó para borrar sus antecedentes mafiosos.

Por este caso está pedido en extradición. Pero tiene un lío mayor: además de la investigación en Argentina, la justicia estadounidense lo tiene en la Lista Clinton como un financista de la llamada ‘oficina de Envigado’.

Allegados al capo dicen que este intenta hacer uso de su rol de informante de agencias federales para enterrar su pasado narco. Pero ni él, ni el ‘Chicho’ ni los Escobar podrán evadir el juicio que se les sigue en Argentina.

Fuente: El Tiempo de Colombia / GDA

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