CCD | Activistas anticorrupción de Rusia organizan viajes para periodistas en los que muestran las escandalosas propiedades de sus compatriotas, adquiridas con recursos cuando menos sospechosos.
El envenenamiento del exespía Sergei Skripal y su hija en suelo británico ha desatado la mayor crisis internacional desde la Guerra Fría. Tras anunciar la expulsión de 23 diplomáticos rusos –calificados como “agentes de los servicios secretos encubiertos”- el Gobierno de Theresa May se dispone ahora a actuar contra los millonarios asentados en el Reino Unido con vínculos con el presidente Vladimir Putin. El ministro de Exteriores, Boris Johnson, aseguraba este jueves que “lo que el pueblo quiere ver” es que “la Policía pueda dar órdenes sobre esas riquezas no explicadas y llevarlas ante la justicia por sus actos de grave corrupción”.
Los activistas rusos asentados en Londres llevan tiempo denunciando esta situación con tours por las casas de algunos de sus compatriotas. El Confidencial les acompañó en mayo de 2016 por una de estas rutas. ¿Qué hay detrás de estas mansiones? La pregunta ahora cobra más protagonismo que nunca.
Bienvenidos al tour de la Cleptocracia
“Y a mano derecha pueden ustedes ver los dos apartamentos que Igor Shuvalov, viceprimer ministro ruso, y su esposa Olga adquirieron en 2014 a través de una empresa intermediaria. El valor de la compra fue de 11,4 millones de libras, cien veces el salario anual oficial del funcionario. ‘Ladies and Gentlemen’… bienvenidos al tour de la Cleptocracia”.
La voz de Roman Borisovich suena alta y claro dentro del autobús. El que fuera banquero en Wall Street es hoy un comprometido activista dedicado a investigar cómo el mercado inmobiliario londinense se ha convertido en un lavadero mundial de “dinero turbio”. “Todo el que quiera invertir aquí es bienvenido. Mientras se traiga dinero no se pregunta de dónde procede. Y por otra parte, ningún otro país del mundo tiene un sistema legal que proteja más los derechos del propietario. Una vez que compres aquí es imposible que te echen”, matiza.
Hay muchas maneras de visitar Londres. Buckingham Palace y la Abadía de Westminster son visitas obligadas para turistas. Pero conocer la city a manos de Borisovich a tan sólo un día de que el premier David Cameron se convierta en el antifitrión de la “Cumbre Internacional contra la Corrupción”… tiene su aquel.
El autobús, alquilado por opositores del régimen de Putin, parte desde Whitehall, justo al otro lado del río donde se encuentra el London Eye. El pasajero recibe una especie de tablero de Monopoly con la lista de mansiones que componen el recorrido. Ninguna de las propiedades ha sido mencionada directamente en los Papeles de Panamá. Aunque el activista considera que lo que se ha descifrado en la investigación periodística “es sólo la punta del iceberg”.
Según la organización Transparencia Internacional, en la capital británica existen 36,342 propiedades adquiridas por compañías offshore. Un 10% de los inmuebles del distrito de Westminster son propiedades de compañías secretas que ni siquiera dejan rastro en el registro de la propiedad. Las llamadas sociedades instrumentales tienen propiedades valoradas en 122.000 millones de libras. Cada mes, el valor de estos inmuebles se incrementa volviendo loco al mercado y obligando a las clases medias a abandonar la ciudad para poder encontrar algo asequible, aunque eso implique dos horas de tren para llegar al puesto de trabajo y otras dos horas para regresar a casa.
Opacidad en las propiedades
Cameron se ha comprometido a crear un registro para que las empresas ‘offshore’ que adquieran propiedades revelen quién es realmente el propietario. Y aunque lo anunciará en la cumbre de este jueves como una de las medidas estrella, los activistas quieren que el registro sea público y no sean sólo las autoridades quienes tengan acceso.
Durante un tiempo, el misterio rodeó a la mansión de Witanhurst, en Highgate, la segunda vivienda más grande de Londres después del palacio de Buckingham. El palacete, al norte de Londres, consta de más de 60 habitaciones y un bajo de 3.800 metros cuadrados, con piscina, párking para 25 coches y sala de cine. Aquellos que trabajaron en la obra firmaron contratos vitalicios de confidencialidad. Pero una investigación del New Yorker el año pasado reveló que su propietario era Andrei Guriev, magnate de los fertilizantes y, hasta hace poco, senador ruso.
“No se trata sólo de denunciar al que compra sino a todos los que están involucrados en esto, banqueros, agentes inmobiliarios, abogados…”, asegura Borisovich. Aunque de momento no ha recibido presiones, el activista sí ha visto cancelada su cuenta de Facebook después de compartir un artículo publicado por la revista semanal Ham&High, donde criticaban al oligarca Vladimir Yakunin y cuestionaban la manera en la que su hijo se había costeado su lujoso apartamento. Tras recibir una llamada de los abogados, la publicación decidió retirar el reportaje.
El autobús hace ahora parada en otra modesta vivienda. Se trata del número 8 de Cottage Place, en pleno barrio de Chelsea. A lo largo de dos horas de tour, periodistas, escritores y economistas se van intercambiando el micrófono. Ahora quien habla es Oliver Bullough, autor de “The Last Man in Russia” (El último hombre en Rusia). “Pertenece a Dmytro Vasylovych Firtash. Fue adquirida por 115 millones de libras hace dos años. Mientras David Cameron asegura que la democratización de Ucrania es en interés de todos, permite que uno de los billonarios que dificulta este proceso unifique tres edificios en el centro de Londres para construirse su apartamento”, señala.
Lamentablemente el propietario no está para verificar la versión. Se encuentra en Viena para evitar la extradición a Estados Unidos, donde le reclaman por sobornar a funcionarios en India.
Fortunas fabulosas
El autobús rodea Belgrave Square, popularmente conocido como “la Plaza Roja”, en alusión al origen de sus vecinos. El magnate de los metales Oleg Deripaska tiene el número 5, el ex oligarca Boris Berezovsky, que murió en 2013, tenía varios pisos en el número 26. Por su parte, Roman Abramovich, posee dos casas adyacentes en Chester Square, a tan sólo un paseo.
La casa más pequeña del tour pertenece a Roman Rotenberg. Situado en Cadogan Lane, ‘tan sólo’ cuesta 3,3 millones de libras. El padre y el tío del propietario son viejos amigos de Putin y comparten afición al judo con él. Desde que Putin se convirtió en presidente en 2000, ambos se convirtieron en millonarios con una empresa de suministros de tubería. En 2014, la UE y EE.UU sancionó a los oligarcas en relación con la crisis de Crimea.
“Durante los últimos 16 años, Vladimir Putin ha construido un sistema en Rusia basado en la depredación masiva en un nivel no visto desde la época de los zares”, asegura Andrew Foxall, director de estudios rusos en The Henry Jackson Society. “Transparencia Internacional estima que el costo anual de soborno a Rusia es de 210 mil millones de libras o aproximadamente el equivalente al PIB de Israel o Hong Kong”, matiza. “Las figuras políticas cercanas a Putin se han convertido en millonarios; los amigos de Putin de San Petersburgo se han convertido en multimillonarios; y oligarcas se han convertido en billonarios. Son capaces de mantener la riqueza y el poder que conlleva siempre y cuando se mantengan leales”, añade.
El tour termina frente a la estación de Baker Street, junto otro colosal edificio, antiguo sede de un banco. El alquiler del apartamento por mes son 8.000 libras. A día de hoy, tan sólo se sabe que es propiedad de una compañía anónima registrada en las Islas Vírgenes Británicas.
Fuente: El Confidencial