En los rincones más oscuros de Internet, lejos de los métodos tradicionales de blanqueo de capitales, los cárteles de drogas han encontrado en las criptomonedas un nuevo y sofisticado aliado para lavar sus fortunas ilícitas. Con información de Milenio.
Si antes el narcotráfico requería complicados esquemas de empresas fachada, testaferros y maletines llenos de efectivo, hoy el proceso se ha digitalizado hasta el extremo de poder mover millones de dólares con un simple clic. Plataformas de blockchain, wallets anónimos y transacciones en monedas virtuales permiten a los grupos criminales ocultar, mover y blanquear dinero de manera ágil, global y con menos riesgos de ser detectados.
El anonimato es la clave. Utilizando criptomonedas difíciles de rastrear, como Monero o Zcash, que ofrecen mayores niveles de privacidad que el propio Bitcoin, las mafias logran que las autoridades pierdan el rastro del dinero casi al instante. Estas divisas digitales son transferidas mediante plataformas descentralizadas, intercambios no regulados o mediante el uso de ‘mixers’, servicios que mezclan criptomonedas para ocultar su origen.
Las operaciones no solo se realizan en la dark web. Los cárteles también aprovechan redes sociales, aplicaciones de mensajería cifrada y mercados de NFT para ocultar operaciones y disimular ganancias provenientes de drogas, armas y trata de personas.
Expertos en seguridad advierten que este modelo ha permitido al crimen organizado expandir sus redes financieras sin necesidad de recurrir a métodos tradicionales que ahora resultan más costosos y arriesgados.
Mientras tanto, las autoridades internacionales intentan ponerse al día en un terreno donde la tecnología avanza más rápido que la legislación. Organismos como la Europol, la Interpol y unidades de inteligencia financiera en América Latina y Estados Unidos han lanzado operativos para desmantelar estas redes digitales. Sin embargo, la batalla es desigual.
La pregunta no es si el narco usa criptomonedas, sino hasta qué punto estas herramientas digitales ya se convirtieron en el sistema operativo financiero del crimen organizado.