FONDEN y Fondo Chino | Opacidad y corrupción

No es un secreto que la contabilidad de ambos fondos es sumamente opaca. Una estimación preliminar indica que ambos mecanismos administraron cerca del 25% de la montaña de recursos que recibió Venezuela en estas últimas dos décadas.

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Exclusivo CCD.- Comparar cantidades monetarias de diferentes fechas a menudo se hace de forma incorrecta, sumando magnitudes sin reparar en las diferencias de poder adquisitivo.

Durante las dos décadas en las que ha gobernado el chavismo, Venezuela recibió por concepto de exportaciones petroleras cerca de un billón de dólares (1.000.000.000.000), una cifra astronómica que, ajustada por poder adquisitivo,  llega a cerca de 14 billones de dólares. Esa fabulosa cantidad de recursos, si se compara de manera adecuada, con el mismo procedimiento de ajuste por el poder de compra, es mas o menos diez veces la inversión (lo que se conoce como el Plan Marshall) que permitió reconstruir Europa luego de la Segunda Guerra Mundial. 

En el caso de Venezuela, esa bonanza no ayudo a reconstruir nada. Por el contrario, luego de esa enorme avalancha de recursos, el país retrocedió a los niveles de pobreza que tenía en las primeras décadas del siglo XX, con una crisis humanitaria sin precedentes en el mundo occidental.

Lo que si dejó esa astronómica cifra, a lo que habría que sumar los recursos provenientes del endeudamiento y los obtenidos por la recaudación interna, es un sin fin de historias de corrupción que convirtieron a los administradores del chavismo en la casta de privilegiados que ahora pasean sus fortunas frente a un país hundido en la miseria. 

En Cuentas Claras Digital hemos reseñado muchas de esas historias y los muy variados mecanismos que permitieron apropiarse de esa riqueza. Los circuitos de la corrupción fueron PDVSA, la tesorería nacional, el control de cambio en todas sus variaciones institucionales, el manejo de la deuda y también, de forma muy destacada, todos los fondos de gastos discrecionales creados desde 2004, mecanismos que ha utilizado el chavismo-madurismo para evadir los controles presupuestarios.

Sin duda, los mas destacados de esos mecanismos son FONDEN y el Fondo Chino, el primero creado en 2005 y el segundo en funcionamiento desde el 2007. 

En principio, el FONDEN administró recursos provenientes del BCV y PDVSA, y el Fondo Chino recursos del endeudamiento con China, pero en realidad, por la forma como se estructuró el mecanismo, el Fondo Chino funcionaba como un contrato de endeudamiento a corto plazo también soportado por la factura petrolera. De tal manera que buena parte de los recursos de las exportaciones se canalizaron por esos mecanismos.

No es un secreto que la contabilidad de ambos fondos es sumamente opaca, pero una estimación preliminar indica que ambos mecanismos administraron cerca del 25% de esa montaña de recursos que recibió Venezuela en estas últimas dos décadas. 

Es decir, por FONDEN y el Fondo Chino pasaron cerca de 300 mil millones de dólares. En términos nominales, sin hacer los ajustes de poder adquisitivo, la suma administrada por FONDEN es de alrededor de 150 mil millones y la del Fondo Chino, en sus dos variantes, corto y largo plazo, es de unos 70 mil millones. 

Diego Salazar, el súper intermediario del Fondo Chino

¿Cuál es el balance de la administración de ambas instituciones?. En este espacio web y en los libros Estado Delincuente y El Gran Saqueo, se han reseñado los mecanismos de la corrupción y sus protagonistas.

 En el caso del FONDEN la historia comenzó con el escándalo de las notas estructuradas, en la cual se utilizaron cerca de 12 mil millones para montar notas estructuradas que dejaron grandes ganancias para los operadores de la época y un hueco para la institución financiera. En esa operación inicial los operadores y estructuradores sacaron una tajada de al menos 40% para repartir entre los involucrados.

 En 2007-2008 , cuando muchos de esos papeles perdieron una porción importante de valor, la segunda fase fue la descarga de esas notas estructuradas en los bancos locales. El desmontaje de las notas fue posible gracias a las distorsiones del control de cambio que permitía maquillar la pérdida gracias al diferencial cambiario. Esa segunda hola también dejó ganancias fabulosas para banqueros y operadores que compraban instrumentos a descuentos en el mercado oficial y aprovechaban la prima del mercado paralelo. 

Pero eso fue apenas un capítulo del saqueo. Una porción muy relevante de la apropiación de esos recursos fue la administración de los recursos destinados para proyectos de inversión. Fue el gran festín de los contratistas y los encargados de pagar las facturas. La cartera de proyectos de inversión terminó convertida en un cementerio de obras inconclusas,  allí están el puente sobre el Orinoco, Tocoma, el metro Caracas-Guarenas,  el metro de Caracas, etc., entre decenas de obras abandonadas, algunas ni empezadas, pero que dejaron grandes fortunas para los contratistas y los encargados de pagarles las facturas.

La bonanza petrolera terminó en 2014 y queda un recuerdo lejano de lo que fue un país que llegó a producir cerca de 3.8 millones de barriles de petróleo diarios. Hoy produce casi un 10% de esa cifra y cualquiera diría que no hay recursos para alimentar esos mismo mecanismos de la corrupción. 

el hermetismo en torno a la desaparición de Edward Velásquez Fernández

Sin embargo, el misterioso caso del asesinato del contratista Edward Velázquez Fernández, pone en evidencia que la corrupción siempre encuentra nuevos cauces. Al final, el principal atractivo de instituciones como el FONDEN para los corruptos es su opacidad. Ahora el FONDEN alimenta no de dólares sino de bolívares, el gobierno al desmontar el control de cambio descubrió que sigue teniendo el poder de emitir bolívares. En vez de un oferente neto en el mercado cambiario es un demandante neto, pero con el poder de emitir los bolívares. 

Es una terrible paradoja, el chavismo antes se preocupaba por el nivel de la tasa de cambio, de perseguir la especulación cambiaria, ahora al madurismo esto no le importa mucho, es un demandante insaciable de dólares, una demanda  para seguir alimentando los mecanismos de la corrupción.

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