Los delitos financieros han dejado de ser una amenaza silenciosa para convertirse en el engranaje central del crimen organizado global. De acuerdo con el índice 2023 de la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional (GI-TOC), el delito financiero ya ocupa el primer lugar entre los mercados criminales más activos del mundo. Su crecimiento ha sido tan acelerado como alarmante, impulsado por el uso de nuevas tecnologías que permiten operar con total discreción y rapidez. Con información de El País.
Este tipo de criminalidad —que abarca desde la evasión fiscal y la malversación de fondos públicos hasta complejas tramas de fraude corporativo y lavado de dinero— ha impactado directamente al 70% de los países miembros de Naciones Unidas. Lo que antes requería intermediarios, traslados físicos o redes sofisticadas, hoy puede hacerse desde un portátil con conexión a internet. La digitalización ha reducido los riesgos operativos y ha multiplicado el alcance del crimen.
El reportaje de El País, titulado “Delincuentes, SA: así acribilla el crimen la economía mundial”, señala que la facilidad con la que se cometen estos delitos se debe, en parte, a los activos virtuales como las criptomonedas y los tokens. Estas herramientas, lejos de ser neutras, han sido aprovechadas por redes criminales para movilizar recursos, ocultar trazabilidad financiera y financiar actividades ilícitas, incluyendo el terrorismo. El anonimato y la descentralización son ventajas clave para quienes operan al margen de la ley.
A diferencia de otros delitos como el narcotráfico o la trata de personas, el crimen financiero no requiere de violencia explícita para ser devastador. Erosiona las economías nacionales, debilita las instituciones, distorsiona los mercados y fomenta la corrupción sistémica. El dinero sucio, que circula en paralelo a la economía formal, fortalece a las mafias, desestabiliza gobiernos y perpetúa la desigualdad en múltiples regiones del mundo.
El auge del delito financiero representa un desafío urgente que exige respuestas internacionales más firmes y coordinadas. Regular los activos digitales, fortalecer los mecanismos de supervisión y promover la transparencia financiera ya no son opciones, sino imperativos. De lo contrario, como advierten los expertos citados en el reportaje, el crimen organizado continuará actuando como una verdadera corporación global, sofisticada, rentable y casi intocable.











