Especial| Viviendas en el aire: sombra de sobrecostos en la Gran Misión Vivienda

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Los ojos de Chávez y su firma en torres de la Gran Misión Vivienda Venezuela (GMVV) en Las Adjuntas, Macarao, Caracas. Foto Cortesía - Teresa García

Ernesto Vizcaíno vivía en una casa de zinc y en extrema pobreza a escasos metros de la zona donde fue reubicado por la Gran Misión Vivienda Venezuela (GMVV). Pero la situación no cambió. Su nuevo hogar no cuenta con techo, baño ni tuberías. Así lo reseña el reportaje especial Viviendas en el aire de El Pitazo y Connectas con el apoyo del ICFJ.

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A Brisas del Manantial, en el estado Anzoátegui, solo se puede llegar a pie o en rústico. En el terreno polvoriento se observan ocho estructuras de hierro en abandono, tres casas a medio construir y siete viviendas cuyas fachadas no se asemejan a lo que revela su interior: paredes sin friso, casas sin ventanas ni puertas.

En el mes de febrero de 2013, el fallecido Aristóbulo Istúriz, entonces gobernador de Anzoátegui, inauguró el urbanismo donde reside Ernesto. Istúriz informó, a través de una nota a los medios de comunicación locales, que ese día había reubicado a 89 familias al norte de Anzoátegui.

Alida Rojas, vocera de la comuna Brisas del Manantial, ofreció una versión distinta a la información oficial en una entrevista para esta investigación. Contó que la asignación de viviendas fue realizada con el urbanismo a medio construir. Les prometieron que regresarían a culminar la obra. Pero ocho años después los vecinos continúan a la espera.

El fallecido Aristóbulo Istúriz informó que el urbanismo Brisas del Manantial fue ejecutado por uno de los “frentes de trabajo” de Petróleos de Venezuela y que tuvo una inversión de 11 millones de bolívares.

Creada en Gaceta Oficial el 30 de abril del año 2011, la Gran Misión Vivienda Venezuela nació por el estado de emergencia nacional decretado en 2010, tras las fuertes lluvias que dejaron sin hogar a más de 35,000 familias. Más tarde se convirtió en bandera política del chavismo.

A 10 años de su creación, no se sabe con exactitud cuánto dinero ha gastado el Estado venezolano para la construcción de viviendas bajo este programa. El Gobierno no ha rendido cuentas al respecto y los montos conocidos se limitan a las declaraciones de voceros oficiales, cifras que no coinciden entre ellas, pero revelan que se tratan de las viviendas sociales más costosas de América Latina.

El Gobierno de Nicolás Maduro asegura que a través de la GMVV se construyeron 3,524,378 viviendas hasta el 23 de abril de 2021. Pero esta investigación de El Pitazo y Connectas, con apoyo del International Center for Journalist (ICFJ), no pudo ubicar esa cantidad de casas. Corresponsales y reporteros de El Pitazo registraron en una base de datos las viviendas construidas en el marco de la GMVV. Para ello, se revisaron publicaciones digitales de prensa oficial y páginas web de instituciones rectoras de la gestión de este programa. Se contactó a líderes sociales, exfuncionarios y especialistas. En algunos estados se revisaron documentos filtrados por las alcaldías o gobernaciones; en otros, los periodistas se apoyaron en la red de infociudadanos. La data construida y verificada por 34 periodistas de El Pitazo logró ubicar y contar sólo 5% de las viviendas que asegura el Gobierno ha construido a través de esta misión.

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Este trabajo de reportería ofrece una aproximación a la realidad porque la falta de transparencia oficial sobre la gestión del programa y la dispersión en la ejecución de los recursos en más de un centenar de instituciones y empresas no permiten comprobar el número exacto de viviendas construidas ni verificar sus costos. Aún así, los números recogidos por El Pitazo coinciden con las denuncias que han hecho voceros del sector construcción y con el seguimiento del Programa Venezolano de Educación Acción en Derechos Humanos (Provea). El cálculo más favorable apenas se acerca al 8% de la cantidad que asegura el oficialismo.

El Gobierno anuncia en transmisión televisiva todos los jueves la entrega de viviendas, pero no siempre queda claro si se tratan de casas nuevas. Además, el número de las que se informa su ubicación no siempre se corresponde con el conteo total de viviendas entregadas, como ocurrió en el urbanismo entregado por Istúriz. 

Ernesto, uno de los adjudicatarios de Brisas del Manantial, contó la misma versión de la vocera comunal. Junto a otras 67 familias, fue incluido como beneficiario de la GMVV después de que funcionarios de Protección Civil declararon en 2011 de alto riesgo la zona que habitaba, en el sector La Quebrada de Brisas del Manantial II.

A finales de 2012, los posibles adjudicatarios, junto con maestros de obra contratados por representantes de la GMVV, comenzaron a ensamblar la estructura de hierro de cada una de estas casas, pero al llegar los bloques, cemento, arena, piedras y láminas de zinc los materiales comenzaron a desaparecer. La construcción era monitoreada por coordinadores comunales avalados por el Gobierno.

“A los materiales les salieron más dueños que cantidad de adjudicatarios y comenzó a faltar para culminar las casas. Sólo terminaron las que fueron vigiladas por quienes serían sus dueños, que dormían en el terreno baldío para cuidar de su material”, recuerda.

Seis meses transcurrieron antes de que  Ernesto fuera llamado a participar en el acto que daría por culminada la obra y ordenaría la ocupación de aquellas viviendas que les habían prometido, pero según cuenta, toda la transmisión fue realizada en la única casa que lograron terminar y frisar. “Al resto ni una foto le tomaron”, asegura.

Al otro lado del país, una contratista zuliana, que por temor pidió reservar su identidad, contó una historia similar.  Veía por televisión, en el programa Jueves de vivienda que transmite el canal estatal venezolano, cómo entregaban casas que solo eran losas, es decir, las bases de las viviendas. Lo sabía de primera mano porque ella era la representante de una constructora que trabajó en la GMVV en el estado Zulia.

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Cuenta que a los constructores los llamaban a reunión cada vez que se iban a hacer anuncios desde Caracas. “El Gobierno pedía que se pusieran las losas y eso lo contaban como una casa”.

La contratista zuliana describe la corrupción dentro del programa como “gigantesca”. Para la construcción de casas, de apartamentos y el vaciado de las losas no se usaron los materiales que se necesitaban, sino menos. “Esa era la ganancia, pero yo no lo sabía”.

Comenta que había constructores que ya tenían claro cómo ahorrar material y quedarse con lo que les sobraba. “Por ejemplo, la plantilla tenía que llevar nueve sacos de cemento y tres metros de arena. Ellos le tiraban cuatro metros de arena y le echaban cinco sacos de cemento y se quedaban con el material que sobraba”.

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