Foz Do Iguaçu, Brasil | En una mañana fría, con la brisa soplando desde Paraguay, los funcionarios de aduanas ocasionalmente detienen y registran a vehículos que cruzan el punto fronterizo de más movimiento en Brasil, en busca de contrabando. Foto Reuters /Stephen Eisenhammer
La mayoría son brasileños pobres que pasan electrodomésticos comprados sin impuestos y por encargo al otro lado del río, en la paraguaya Ciudad del Este. Pero existe un comercio más peligroso. “No es inusual hallar drogas o armas”, dijo Leonardo, un funcionario de la aduana brasileña que trabaja en el lugar desde hace dos años. “Uno empieza a tener buen ojo para ello”, agregó, mientras observaba cruzar los automóviles.
A apenas días del comienzo de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, las fuerzas de seguridad brasileñas cambiaron su atención a un delito todavía más furtivo: el terrorismo.
Como primeras medidas aumentaron los controles en este punto fronterizo, donde decenas de miles de personas cruzan de un lado a otro todos los días, y establecieron un centro de control con acceso a decenas de cámaras que vigilan diferentes puntos de la zona.
Desde hace mucho tiempo, funcionarios de inteligencia han señalado esta región fronteriza, donde reside una considerable comunidad musulmana, como un punto débil de la seguridad de Brasil.
Con la llegada de unos 500.000 extranjeros para los Juegos y los recientes ataques en ciudades europeas, la enorme tarea de vigilar la frontera entre Brasil, Paraguay y Argentina ha vuelto a estar en el centro de la escena.
El mes pasado, las autoridades brasileñas arrestaron a 12 personas bajo sospechas de apoyar a Estado Islámico y estar analizando un posible ataque durante los Juegos. Fue la primera vez que el Gobierno admitió una posible actividad terrorista dentro de sus fronteras.
La policía dice que vigila a otras 100 personas con posibles vínculos extremistas islámicos, en su mayoría en la Triple Frontera.
Esa zona, donde dos ríos separan a Foz do Iguaçu (Brasil), Ciudad del Este (Paraguay) y Puerto Iguazú (Argentina), es un punto turístico popular para acceder a las cataratas del Iguazú. Y también es una importante ruta de contrabando.
Sin embargo, el único vínculo de los 12 arrestados y esta área es un supuesto intento de una de las personas de comprar un rifle AK-47 por internet a una tienda en Ciudad del Este.
Dada la facilidad con la que se consigue un arma en Brasil, la conexión fue minimizada por muchos. Pero fuentes de la policía en la frontera admiten que la región es un terreno fértil para movimientos extremistas.
“No hay dudas de que la situación es ideal para un aspirante a terrorista”, dijo una fuente policial a Reuters. “La actividad delictiva, el flujo de gente, armas y una comunidad musulmana arraigada pero cerrada. Está todo ahí”, agregó.
Área difícil
Pese a estar a 10 minutos caminando desde Brasil, Ciudad del Este es considerada un lugar difícil para los diplomáticos brasileños. Sus concurridas calles pueden parecer descontroladas pese a una fuerte presencia policial.
“Es muy difícil manejar la frontera”, dijo Ángel Ibarra Mendoza, director de migración en el lado paraguayo. “Eso es para ayudarnos con la seguridad para los Juegos”, agregó el funcionario, señalando a un flamante camión blanco aparcado en el estacionamiento.
Autoridades brasileñas son rápidas en discutir en privado sus propios fallos. La policía federal en Foz puso a su propio alcalde bajo arresto domiciliario por cargos de malversación de fondos públicos. Y más allá de la corrupción, está el problema de los recursos.
Durante una patrulla con la policía en un bote de contrabando confiscado, los oficiales señalan puertos clandestinos a lo largo del río Paraná. Vestidos con chalecos antibalas para protegerse de los ocasionales disparos que pueden llegar desde Paraguay, pasan frente a comunidades pobres donde el contrabando ha sido un modo de vida durante generaciones. Reuters
