Fiestas, lujo y blanqueo de dinero en una Venezuela hundida en la miseria

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las colas jpgMientras la mayoría de los venezolanos desafía todos los días las inmensas colas para encontrar productos alimenticios, de limpieza, pañales y una inmensa cantidad de rubros, o en busca de las  medicinas, desaparecidas de las farmacias, otros muestran, sin afán de disimulo, sus inmensas fortunas, cuyo origen puede encontrarse en la oscuridad de la corrupción.

Este es el reportaje de ABC de España

Las fotos que han venido circulando por las redes sociales sobre las fiestas y el lujo de la «crème» chavista -en su día fueron las imágenes de las hijas de Chávez comprando en lujosas tiendas de las principales capitales del mundo, luego han venido las de las fiestas de los sobrinos de Maduro- contrastan con las estrecheces económicas de la mayor parte de población venezolana. Cuando Venezuela está al borde de una crisis humanitaria, por falta de alimentos y medicinas, los chavistas enriquecidos con la corrupción y el narcotráfico, lacras fomentadas desde el Gobierno, continúan con sus maneras de nuevos ricos.

La escasez de alimentos en Caracas y otras ciudades venezolanas puede acercarse al 90 por ciento (un último estudio de Datanálisis habló de un 82,3 por ciento para febrero), lo que significa que de diez alimentos de la cesta básica no se consiguen nueve. El inventario de alimentos del Gobierno, según estimaciones a partir de datos manejados por la Cámara Venezolana de la Industria de Alimentos, podría alcanzar tan solo para tres semanas, y eso teniendo en cuenta que esos productos se están reservando para unos dos millones de personas pertenecientes a «sectores políticos priorizados», como denuncia la oposición.

Importaciones clandestinas
Para aliviar la situación, el Gobierno venezolano estaría permitiendo a algunas empresas la importación de alimentos de manera clandestina, para su venta a precios no controlados oficialmente, por tanto muy caros y solo al alcance de los hogares con más renta. Por otra parte, la dificultad de acceso a numerosos productos ha disparado los saqueos: en los siete días de vacaciones de la Semana Santa hubo un total de veintiún asaltos a tiendas y supermercados, es decir, a un ritmo de tres por día.

A la ostentación ya desplegada en su día por las hijas de Chávez ha seguido la de los sobrinos de Cilia Flores, la esposa de Maduro. Es el caso de Erick Malpica Flores, considerado el sobrino preferido de «la primera combatiente». Cuando en 2014 fue designado jefe de la Oficina del Tesoro Nacional celebró su nombramiento con una gran fiesta en la isla de San Bartolomé, territorio perteneciente a Francia, donde están algunos de los hoteles más caros del Caribe y que tiene fama de servir el mejor champán francés. A la isla se la conoce también como St Barths.

Malpica ascendió de la mano de su tío. Cuando Maduro era presidente de la Asamblea Nacional, designó a su sobrino director general de Gestión Administrativa y Servicios de la cámara. Luego se lo llevó al Ministerio de Exteriores y después a la vicepresidencia.

Cuando Maduro llegó a presidente, le nombró director del Banco de Desarrollo Económico Social y Tesorero de la República. Luego compatibilizó este último cargo con el de jefe de Finanzas de la petrolera PDVSA. Según habrían testificado sus primos Francisco de Freitas Flores y Antonio Campo Flores, detenidos en noviembre de 2015 en Haití por narcotráfico, Malpica les ayudaba a lavar dinero de la droga a través de PDVSA. A raíz del juicio que se sigue contra los dos jóvenes en Nueva York, Malpica dejó sus puestos oficiales.

En la isla de San Bartolomé ha estado invirtiendo el empresario venezolano Luis Oberto Anselmi, otro de los «boliburgueses», como se llama a las fortunas del bolivarianismo. Oberto ha salido en la prensa relacionado con el escándalo de los fondos procedentes de la petrolera estatal PDVSA existentes en la Banca Privada de Andorra.

Propina de 100.000 euros
Habría participado en una operación de crédito a la petrolera, que generó comisiones e intereses de los que también se benefició el entonces presidente de la compañía estatal, Rafael Ramírez. Precisamente el exagerado tren de vida de un primo de este, Diego Salazar, condujo a la investigación sobre las cuentas en la Banca Privada de Andorra (BPA) y su filial española Banco Madrid. Una propina de cien mil euros dada por Salazar a un empleado del hotel Crillon de París, probablemente dada en estado de embriaguez, generó una primera alarma policial.

Los mencionados son solo algunos de los nombres de quienes se han enriquecido ilícitamente en Venezuela durante el chavismo, la época de mayor corrupción en la historia moderna del país. Aunque no es fácil cuantificar la corrupción económica de la era Chávez, hay estimaciones que hablan de hasta 400.000 millones de dólares, equivalente a todo el PIB del país.

 

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