Un agente federal estadounidense propuso un plan al piloto principal de Nicolás Maduro: desviar discretamente el avión presidencial hacia un punto donde las autoridades de EE. UU. pudieran capturar al líder del régimen venezolano. A cambio, el agente le prometió una fortuna. Con información de AP.
El operativo, encabezado por Edwin López —exagente del Departamento de Seguridad Nacional (DHS)—, se desarrolló en reuniones secretas y comunicaciones encriptadas que se extendieron por más de un año. Aunque el piloto no aceptó formalmente, mantuvo el contacto, lo que alentó a los estadounidenses a pensar que podía colaborar.
La historia, propia de un thriller de espionaje, incluye jets privados, encuentros clandestinos en hangares, maniobras diplomáticas de alto riesgo y la tentativa de ganarse la confianza de uno de los hombres más cercanos a Maduro. Incluso se habría planificado una estrategia final para sembrar dudas en el mandatario sobre la lealtad de su piloto.
Más allá de su carácter cinematográfico, el caso revela la magnitud y el descaro de los intentos de Washington por derrocar al régimen chavista. Estados Unidos acusa a Maduro de destruir la democracia venezolana y de sostener redes de narcotráfico, terrorismo y cooperación con Cuba comunista.
Con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, la línea dura se ha reforzado: este verano, el presidente ordenó el despliegue de miles de soldados, helicópteros de ataque y buques de guerra en el Caribe para interceptar embarcaciones sospechosas de contrabando de cocaína desde Venezuela. Según datos citados por AP, al menos 57 personas han muerto en trece operaciones, algunas en el Pacífico oriental.
La trama expone hasta dónde ha estado dispuesto a llegar Estados Unidos en su estrategia para poner fin al régimen de Maduro, abriendo un nuevo capítulo en la larga historia de fricciones entre Washington y Caracas.











