El fentanilo, opioide sintético responsable de una crisis de salud pública en Estados Unidos, avanza con fuerza en Centroamérica y el Caribe. Países como República Dominicana, Costa Rica y Puerto Rico enfrentan esta amenaza desde distintas aristas: producción incipiente, rutas de tránsito y un aumento alarmante de muertes por consumo. Con información de El Universal.
Informes recientes de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) advierten que la región ha dejado de ser un mero corredor de paso y ahora es también territorio de producción y consumo. Los puertos estratégicos, las fronteras porosas y el débil control de precursores químicos han acelerado esta transformación.
Puerto Rico: la emergencia más grave
El rostro más crudo se observa en Puerto Rico, donde el consumo de fentanilo ya cobra más vidas que los homicidios. Entre 2022 y 2024, el Instituto de Ciencias Forenses reportó 1.788 muertes por intoxicación con este opioide, frente a 1.071 asesinatos registrados en el mismo periodo. La droga se distribuye principalmente a través del correo postal, y la DEA ha decomisado 68 kilos de fentanilo y más de 30 mil pastillas en los últimos años fiscales.
La mezcla con otras sustancias como cocaína, crack o heroína ha multiplicado la letalidad. “Estas cifras reflejan una crisis de salud pública que continúa impactando nuestras comunidades”, advirtió Tony Velázquez, portavoz de la DEA en la isla. En paralelo, redes criminales como Los Tiburones han sido acusadas de traficar drogas, incluido fentanilo, incluso dentro de las cárceles mediante drones y catapultas.
Costa Rica: laboratorios artesanales
En Costa Rica, el problema se centra en la producción local. Entre 2023 y 2025 los decomisos pasaron de poco más de mil pastillas a más de 20 mil, muchas fabricadas en laboratorios artesanales. Autoridades encontraron recipientes, lavadoras y máquinas tableteadoras usadas para procesar el fentanilo.
“Tenemos indicios sólidos de producción artesanal”, señaló Manuel Jiménez Steller, viceministro de Unidades Especiales. Aunque no hay cifras oficiales de muertes por sobredosis, las autoridades advierten que muchas personas consumen el opioide sin saberlo, al estar mezclado con otras drogas.
República Dominicana: el nodo financiero y digital
El caso dominicano refleja un fenómeno distinto. Aunque el gobierno asegura que no hay consumo interno, el país se ha convertido en un punto de tránsito clave y en epicentro de un sofisticado esquema financiero. Un informe de FinCEN de abril de 2025 colocó a República Dominicana en el sexto lugar mundial con más operaciones sospechosas de lavado de dinero de fentanilo.
Las investigaciones vinculan farmacias en línea con ventas de medicamentos falsos, operaciones que superan los 1.400 millones de dólares. En 2024, la DEA advirtió sobre páginas web que se hacían pasar por legítimas pero que en realidad distribuían pastillas adulteradas. Además, decenas de dominicanos han sido detenidos o extraditados en Estados Unidos por tráfico de fentanilo.
Más allá de México
Si bien Washington insiste en señalar a los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación como principales responsables del fentanilo que llega a su territorio, este opioide ya no se limita a México. La cadena de producción y distribución atraviesa Centroamérica, el Caribe e incluso se replica en laboratorios clandestinos dentro de Estados Unidos.
Un caso emblemático es el del dominicano Francisco Alberto López Reyes, alias Frank, extraditado en febrero de 2025 por coordinar desde República Dominicana la logística de un laboratorio clandestino en Manhattan que producía hasta 100 mil pastillas al día con envíos a Estados Unidos, Puerto Rico y Europa.
La expansión del fentanilo deja en evidencia que la región enfrenta una amenaza transnacional que combina salud pública, crimen organizado y redes financieras ilícitas.











