El cumplimiento normativo, conocido como compliance, no es solo un requisito legal o una formalidad corporativa. Según la reflexión de la abogada María Alejandra Mancebo, se trata de un verdadero acto de valentía ética, especialmente en una sociedad que tiende a justificar lo incorrecto bajo excusas como “así se hace” o “es la tendencia”. Con información de LWYR.
Mancebo advierte que vivimos en una cultura marcada por la superficialidad y la prisa, donde se han debilitado los fundamentos morales y socioculturales. En ese contexto, el compliance adquiere una relevancia mayor: no basta con aparentar cumplimiento, sino que exige coherencia, transparencia y compromiso real con lo correcto.
Apoyándose en pensadores como Sartre, Kant, Nietzsche y Sócrates, la autora recuerda que la ética no puede ser relativa ni una herramienta de conveniencia. Por el contrario, debe asumirse como un valor absoluto que oriente las decisiones, incluso cuando implique ir contra la corriente. Hacer compliance con valentía significa resistir la tentación del conformismo y enfrentar, con coraje, prácticas empresariales o sociales que buscan justificar lo injustificable.
En el ámbito empresarial, Mancebo critica que muchos justifiquen prácticas cuestionables como “estrategias competitivas”. Esa normalización de lo indebido no solo daña la confianza en el mercado, sino que erosiona la base misma de una convivencia justa.
El llamado final es claro: la transformación comienza en lo personal. Ser coherentes entre lo que decimos y hacemos, defender la transparencia y la responsabilidad, y actuar con convicción más allá de modas o imposiciones externas. En tiempos de valores frágiles, apostar por el compliance es también apostar por la valentía.








