Lujo, desigualdad y lavado: Las Mercedes, el oasis inexplicable del chavismo

En una Venezuela empobrecida y con el salario mínimo más bajo de Sudamérica, el barrio caraqueño de Las Mercedes se levanta como una burbuja de lujo inexplicable. Con torres de oficinas, concesionarios Ferrari y tiendas de alta costura, esta zona se ha convertido en símbolo de una élite privilegiada y en el epicentro no oficial del lavado de dinero vinculado al chavismo. Mientras millones de venezolanos migran o luchan por sobrevivir, Las Mercedes refleja la obscena desigualdad que impera bajo el régimen de Nicolás Maduro

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Foto / Cortesía

En la Venezuela bolivariana de Nicolás Maduro —esa donde no se muestran las actas de las elecciones presidenciales del 28 de julio y el salario mínimo sigue siendo de apenas 130 bolívares (menos de 4 dólares)— existe un lugar que parece vivir en otra dimensión: el barrio caraqueño de Las Mercedes. Con información de El Economista.

Mientras millones de ciudadanos sobreviven con sueldos irrisorios y un bono alimenticio de 40 dólares, Las Mercedes exhibe un universo paralelo lleno de tiendas de lujo, rascacielos en expansión, restaurantes exclusivos, casinos, concesionarios de autos deportivos y centros comerciales de seis pisos. Todo en una zona donde el metro cuadrado supera los 2.300 dólares, muy por encima del promedio del resto de Caracas.

Este enclave de 93 hectáreas, ubicado en el este de la ciudad, figura entre los barrios más caros de América Latina. Allí se concentran firmas como Balenciaga, Gucci, Dolce & Gabbana, Omega, Valentino, Domus o Pomellato. La reapertura del concesionario Ferrari en 2021 reavivó la polémica: en un país con un ingreso mensual inferior a 100 dólares, un solo automóvil de esta marca puede costar cientos de miles. El exlíder opositor Juan Guaidó llegó a afirmar que un venezolano necesitaría más de 25.000 años de salario mínimo para poder adquirir uno.

Las Mercedes tiene su origen en los años 40, cuando aún existía una Venezuela que figuraba entre las economías más prósperas de la región. En los 70 y 90 se consolidó como zona comercial y de entretenimiento para las élites. Pero su resurgimiento más reciente —justamente tras el colapso económico profundizado por la pandemia— ha despertado serias sospechas.

En medio de una crisis generalizada, Las Mercedes ha sido el epicentro de ambiciosos proyectos inmobiliarios, como Skypark, una torre de 38 pisos con pantalla LED al estilo de Times Square. También es sede de galerías de arte, discotecas, boutiques internacionales y el más moderno centro comercial de Caracas: el Tolón Fashion Mall. Según el propio régimen, casi el 100% de las viviendas nuevas están vendidas. Sin embargo, quienes trabajan en la zona aseguran que muchas torres permanecen vacías.

Para muchos venezolanos, Las Mercedes no es sinónimo de progreso, sino un reflejo de la impunidad. A ojos de expertos y ciudadanos, lo que ocurre allí no puede explicarse únicamente con la dolarización informal del país o una supuesta reactivación económica. Se trata, dicen, de un espacio donde circula dinero mal habido: fondos desviados de PDVSA, capitales de funcionarios sancionados, empresarios afines al poder, testaferros y “enchufados” que encontraron en este rincón una vía para lavar sus fortunas.

El índice de percepción de la corrupción de Transparencia Internacional colocó a Venezuela en el puesto 177 de 180 países evaluados en 2021. Y según la Encuesta de Condiciones de Vida (ENCOVI), publicada por la Universidad Católica Andrés Bello, la desigualdad en el país es tal que la brecha entre el 10% más pobre y el 10% más rico es de 70 veces. En Caracas, donde se ubica Las Mercedes, vive el 40% de los hogares con mayores ingresos, aunque solo concentra el 16% del total nacional.

En palabras de un ciudadano venezolano que emigró y pidió mantener el anonimato por miedo a represalias, “Las Mercedes es el epicentro del lavado de dinero en Caracas. Es donde van los enchufados a rumbear, donde están los ferraris y las tiendas de lujo. Tú caminas por ahí y crees que todo está bien, pero es solo para quienes pueden. La gente común no tiene cabida”.

Las Mercedes se ha convertido en la vitrina de una falsa normalidad: una fachada de vidrio y concreto que no representa la realidad de Venezuela, sino la perversión de un sistema que convirtió la corrupción en modelo de negocio. Mientras tanto, el resto del país enfrenta escasez, precariedad, apagones y salarios de hambre. Para los casi ocho millones de venezolanos que han huido y para quienes aún resisten, Las Mercedes no es símbolo de esperanza, sino de la desigualdad que carcome los cimientos de la nación.

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