La confrontación entre Donald Trump y Nicolás Maduro entró en una nueva fase tras el anuncio de la secretaria de Justicia de EE.UU., Pam Bondi, quien el 7 de agosto ofreció una recompensa de 50 millones de dólares por información que lleve al arresto del líder chavista, acusado de ser uno de los narcotraficantes más poderosos del mundo. Horas después, Washington desplegó más de 4.000 militares en el Caribe, sumando buques, submarinos y aviones de inteligencia en lo que se presenta como una operación de alto riesgo. con información de CNN.
La medida sorprendió incluso dentro de la Casa Blanca, donde conviven sectores que buscan un enfrentamiento abierto contra el chavismo y otros que prefieren mantener la línea de acuerdos recientes, como la liberación de prisioneros y la reanudación de exportaciones petroleras a través de Chevron. El giro estratégico ha despertado críticas por centrarse en acusaciones de narcotráfico y no en la exigencia de democracia en Venezuela.
Los datos no respaldan la narrativa
Pese a la retórica, los informes internacionales matizan las acusaciones. La Oficina de Naciones Unidas para la Droga y el Delito (UNODC) confirma que Venezuela no produce cocaína: el 90% proviene de Colombia, seguida de Perú y Bolivia. La DEA coincide: en su informe anual de marzo, atribuye el 84% de la cocaína incautada en EE.UU. a Colombia, sin mencionar a Venezuela como país clave en la cadena.
Las rutas predominantes, según la UNODC, pasan por el Pacífico: desde Colombia hacia Centroamérica, México y luego a EE.UU. Ecuador y Panamá emergen como puntos críticos, mientras que Venezuela figura con menos del 2% de las incautaciones regionales, ocupando un lugar marginal en las estadísticas.
El Cartel de los Soles: mito, red o realidad
Aun con cifras que lo excluyen del mapa principal, el chavismo no se libra de las sombras. Estados Unidos acusa al régimen de facilitar el transporte de hasta 250 toneladas de cocaína al año, una fracción menor en el mercado global, pero suficiente para generar miles de millones en ganancias ilícitas.
El caso de Hugo “el Pollo” Carvajal, exjefe de inteligencia chavista que se declaró culpable en Nueva York de conspirar para importar cocaína y colaborar con las FARC, reaviva las sospechas de vínculos de alto nivel. Lo mismo ocurrió con los sobrinos de Cilia Flores, condenados en 2016 por conspirar para traficar drogas a EE.UU.
Sin embargo, expertos como Phil Gunson, del International Crisis Group, subrayan que el llamado Cartel de los Soles no es una estructura criminal al estilo de Sinaloa o Medellín, sino un término periodístico para referirse a redes de militares venezolanos implicados en actividades ilícitas. InsightCrime coincide: lo describe como una red difusa de células dentro del Ejército, que opera con permisividad política.
Una disputa con ecos regionales
La reciente decisión del Tesoro estadounidense de calificar al Cartel de los Soles como organización terrorista internacional, replicada por gobiernos como Argentina, Ecuador y Paraguay, refuerza el marco legal para futuras acciones contra el régimen. Desde la clandestinidad, María Corina Machado celebró la medida, mientras que otros opositores, como Henrique Capriles, exigieron pruebas concretas.
La batalla narrativa continúa: Maduro niega cualquier vínculo personal con el narcotráfico y presenta cifras de incautaciones de aeronaves y embarcaciones como prueba de una supuesta lucha contra el narco. No obstante, su silencio ante las condenas de sus familiares y los expedientes que ahora prepara la justicia estadounidense, con el testimonio clave de Carvajal, podrían definir el rumbo de esta crisis.
La sentencia del exgeneral el próximo 29 de octubre promete ser un punto de inflexión: allí podría quedar al descubierto si la Casa Blanca dispone de pruebas sólidas para sostener la acusación más explosiva contra el régimen chavista en los últimos años.











