Roberto Saviano: 17 años amenazado por la mafia y una sentencia que confirma su verdad

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Foto / Europa Press

Roberto Saviano tenía 27 años cuando publicó Gomorra, el libro que lo catapultó a la fama mundial y, al mismo tiempo, lo condenó a vivir bajo escolta permanente. Hoy, con 45 años, después de casi dos décadas huyendo de las amenazas de muerte del clan de los Casalesi —uno de los más poderosos de la Camorra napolitana—, una sentencia judicial ha confirmado que esas amenazas existieron y ha condenado al capo Francesco Bidognetti a un año y medio de cárcel, y a su abogado, Michele Santonastaso, a un año y dos meses.

La decisión judicial representa mucho más que una condena: es una reivindicación personal y pública para Saviano, quien al escuchar el fallo no pudo contener las lágrimas. “Me han robado la vida, y yo me la he dejado robar”, declaró ante la prensa. Durante todos estos años, no solo enfrentó el acecho de la mafia, sino también la indiferencia —e incluso el ataque— de sectores políticos, como el actual vicepresidente de Italia, Matteo Salvini, que llegó a pedir que se le retirara la protección oficial.

Desde que apareció en 2006, Gomorra fue un fenómeno. Vendió más de dos millones de ejemplares en Italia y otros 10 millones en el resto del mundo. Pero su valor no radicaba únicamente en las cifras, sino en el impacto social y político que tuvo. Saviano no solo expuso la estructura criminal de la Camorra, sino que denunció sus vínculos con la economía legal y su influencia en la vida cotidiana del sur de Italia. Esa osadía le costó caro. A los pocos meses, su nombre fue pronunciado en una sala de juicio por el abogado de Bidognetti como responsable de que los líderes mafiosos estuvieran sentados en el banquillo. Desde entonces, vivió con una diana sobre su cabeza.

La amenaza era real. Tanto él como la periodista Rosa Capacchione fueron señalados públicamente por los capos como objetivos de venganza. A partir de ese momento, Saviano perdió casi todo: su pareja, sus amigos, su libertad de movimiento y su tranquilidad. Vivió escondido, escoltado por carabinieri, sin un hogar estable, sin usar tarjetas, sin privacidad. Y con el paso del tiempo, incluso llegó a confesar que se arrepentía de haber publicado el libro y que había pensado en quitarse la vida.

En el juicio definitivo, celebrado tras una larga cadena de aplazamientos, se le vio visiblemente afectado. El fallo representa un alivio, pero no devuelve el tiempo perdido. “Odio Gomorra. Lo aborrezco. Es una media vida”, dijo alguna vez, al describir lo que supuso para él el precio de contar la verdad. Pese a todo, considera esta victoria judicial como un triunfo colectivo: “Ahora tenemos la prueba oficial de que los capos, con sus abogados, firmaron una proclama en la que pusieron en el objetivo a quien relataba su poder criminal”.

Saviano no se engaña: la amenaza sigue vigente. Pero esta sentencia desmonta años de insinuaciones, de campañas de desprestigio, de intentos por silenciar su voz. “Espero que con esta victoria comprendan cómo han sido cómplices”, apuntó, señalando a quienes durante años negaron su situación o intentaron desacreditarlo.

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