En una decisión que marca un giro en su estrategia de presión, Washington comenzó a preparar nuevas autorizaciones para que empresas como Chevron continúen operando en Venezuela bajo estrictas condiciones. Así lo revelaron fuentes consultadas por Reuters y Bloomberg, que confirmaron que la petrolera estadounidense podrá reanudar la extracción y producción de crudo en el país suramericano, aunque sin permitir que los ingresos petroleros lleguen al régimen de Nicolás Maduro.
La medida contrasta con la política que el presidente Donald Trump había impuesto a principios de año, cuando revocó la licencia de operaciones de Chevron y exigió el cese de todas las transacciones petroleras con Venezuela para finales de mayo. Detrás de esa postura estuvo el secretario de Estado Marco Rubio, defensor de una línea dura, frente a otros sectores del gobierno que promovían una visión más pragmática, como el enviado especial Richard Grenell.
De acuerdo con las nuevas directrices, las empresas mixtas entre Chevron y PDVSA podrán operar, pero los pagos estarán limitados únicamente a contratistas. Además, Estados Unidos solo permitirá la importación de materiales esenciales para mantener la producción y evitará cualquier flujo de divisas hacia el aparato gubernamental de Maduro. Un alto funcionario del Departamento de Estado fue claro: “No permitiremos que Maduro se beneficie de la venta de petróleo”.
La decisión fue anunciada poco después del acuerdo tripartito que permitió la liberación de diez ciudadanos estadounidenses encarcelados en Venezuela, a cambio de la repatriación de 250 venezolanos desde El Salvador, la mayoría detenidos en la megacárcel CECOT por presuntos vínculos con la banda criminal Tren de Aragua.
Chevron, única gran petrolera estadounidense que aún conserva operaciones en Venezuela, celebró la decisión. Su portavoz, Bill Turenne, aseguró que la compañía “actúa conforme a las leyes y marcos de sanciones del gobierno de Estados Unidos, incluida su actividad en Venezuela”.
Al 27 de mayo, la producción de Chevron en Venezuela había alcanzado los 240.000 barriles diarios, lo que representa cerca del 25% de la producción nacional. Con la nueva licencia, el crudo venezolano podrá llegar nuevamente a refinerías estadounidenses en la costa del Golfo, como Valero Energy y la propia Chevron.
Aún no está claro si otras compañías europeas —como la italiana Eni o la española Repsol— podrán acogerse a condiciones similares. Ambas han solicitado a Washington autorización para reactivar intercambios de crudo por combustible, pero hasta ahora la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) no ha emitido comentarios oficiales.
En el mercado energético global, la noticia tuvo un impacto limitado. El crudo Brent apenas subió 0,1% y cerró en 68,57 dólares por barril, según datos de Bloomberg. Sin embargo, las implicaciones políticas y económicas del restablecimiento de esta licencia van mucho más allá de los precios. La administración Trump busca equilibrar su presión sobre Maduro con la necesidad estratégica de impedir que el petróleo venezolano quede en manos de actores como China, y de garantizar la presencia de Estados Unidos en el tablero energético internacional.











